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CARTAS DE LUCIA A VENTURA

Colón, marzo 25 de 1960

Sr. Ventura Luis

La Lisa

Mi querido rubio:

Te saludo en el nombre de Cristo y pido en tu favor te sientas bien. Yo bien, gracias a Dios.

Vida mía, no esperaba yo recibir carta tuya tan pronto; tú no eres capaz de imaginarte la alegría que me causas cuando recibo tus cartas.

Después que te mandé a decir que me compraras las medias me puse a pensar lo que había hecho y no sabes lo apenada que estoy, pues eso no debía haberlo hecho, ¿verdad?

Óyeme, quiero decirte una cosa: Te pido de favor que no te cortes el bigote, pues de todas formas yo te respeto lo mismo con bigote que sin bigote.

Mi amor, yo sé que tú me quieres, porque me lo has demostrado en varias ocasiones y ya no tengo esas dudas que tenía antes cuando no sabía que de verdad me amabas, pero ahora comprendo que todo ha cambiado.

Amado, qué deseos tengo que pasen estos tiempos para no escribirte más, para ya no decirte por medio de papel que te quiero, sino para decírtelo cara a cara. A veces se me quitan los deseos de escribir porque pienso que mis cartas no son tan cariñosas, y que además no te pueden inspirar. ¿No es verdad, mi amor?

En este momento Claudio Silverio me regaló un caramelo de miel, y me lo estoy comiendo. Me es más dulce tu amor que este caramelo. ¡Ja, ja!

He pasado un día de lo más bien, pues imagínate, desayunamos de lo más bien, y después un almuerzo especial. Lo único que siento es que tú no hayas estado aquí, pues yo pensaba que tú venías y te iba a ver trabajando con las piedras y el cemento, y así te podía mirar aunque fuera de lejos, pero bueno, ya pronto llegará la conferencia, si Dios quiere, o puede ser que nos veamos antes.

Viejo, he oído cosas que me han dicho en estos días acerca del matrimonio que estoy medio arrepentida de casarme, y no quieras enterarte por qué; no por nada, sino porque soy cobarde. Amado, pero a pesar de todo es tanto lo que te quiero que estoy dispuesta a sufrir todo lo que sea necesario por tu amor.

Me dijo Ashton que ustedes van a pasar casi un mes por La Lisa; dime si pasas mucho trabajo todavía para arreglar tu ropa, pues yo me lo imagino, porque en la campaña nunca hay comodidad para lavar y planchar. Cada rato pienso en ti y me dan deseos de ir a donde tú estás, siempre que vayas a lavar o planchar, para hacerlo yo; ¿te gustaría? A mí se me sobran los deseos.

Óyeme, creo que la semana santa la vamos a pasar en Matanzas.

Mi vida, no sé por que será, pero siempre tú no tienes tiempo para escribir mucho, pero yo sé dispensarte siempre, pues yo estuve mucho tiempo en la campaña.

Bueno, no quiero cansarte más; dale mis saludos a todos los hermanos de La Lisa y en particular a los obreros de la campaña. Dile a Pepe que siempre le aprecio y agradezco sus consejos.

Dice Agustina que muchas gracias por tu felicitación, que si es porque Orestes vino o por su cumpleaños.

Me puedes escribir aquí a Colón otra vez, pues vamos a pasar los cultos de espera aquí, y si no a Matanzas.

Recibe por medio de ésta el sincero cariño de tu amada que desea todo lo mejor para ti, y que te quiere con todo el corazón. Tu novia,

Lucía González de Luis.

 

Notas: Dime si en una carta que yo te mandé hace tiempo iba una uña que se me partió cuando estaba en Sancti-Spiritus, y te mandé de allá.